En la voz de Graciela Pérez Rodríguez se escucha al mismo tiempo dolor infinito y determinación férrea. La determinación de una madre con la misión más importante de su vida: encontrar a su hija desaparecida.
Esta madre mexicana acaba de recibir el prestigioso premio Tulipán del gobierno de Holanda, concedido a quienes defienden los derechos humanos en forma innovadora. Y también habló sobre su lucha ante el parlamento europeo.
Pérez Rodríguez es miembro fundador de Ciencia Forense Ciudadana, una organización mexicana de familias que desde 2015 lleva un registro de desapariciones y recoge muestras de ADN para facilitar la búsqueda de sus seres queridos.
El trabajo es la culminación de un periplo amargo que Pérez Rodríguez jamás hubiera imaginado y que comenzó abruptamente en 2012 con la desaparición de su hija y otros cuatros familiares.
«No llegaron»
«El 14 de agosto de 2012 mi hija Milynali Piña Pérez de 13 años, mi hermano mayor Ignacio Pérez Rodríguez, su hijo Aldo de Jesús Pérez Salazar, y mis dos sobrinos hijos de mi hermana, Arturo Domínguez Pérez y Alexis Domínguez Pérez, venían de regreso de un fin de semana en Estados Unidos», relató a BBC Mundo Pérez Rodríguez.
Su hermano iba a hacer una compra de herramientas en Houston y decidió invitar a sus sobrinos.
La familia es oriunda de Tamuín, en el estado de San Luis Potosí.
«Ese día esperábamos que llegaran a las 8 de la noche, nos reunimos en casa de mis padres para recibirlos, pero se hicieron las 8 de la noche, las 9, las 10, 11 y no llegaron».
«Lo más extraño es que los cinco llevaban celulares y ninguno contestaba».
«Fue toda una lucha»
La última llamada había sido de un sobrino diciendo que estaban ya cerca deCiudad Mante en el vecino estado de Tamaulipas, notorio por sus altos niveles de crimen.
Al día siguiente la familia fue hasta Ciudad Mante a poner la denuncia y tuvieron un primer encontronazo con el sistema legal.
«No podían poner en el expediente que era un caso de desaparición porque la figura legal no existía. Usaban un montón de nombres, privación de libertad, desaparición forzada cuando el autor es funcionario de un gobierno, etc».
Graciela y su familia iniciaron una serie interminable de viajes a las autoridades en Ciudad Mante y a la oficina de la Procuraduría General de la República en Ciudad Victoria, la capital de Tamaulipas.
«El encargado de quien se suponía iba a buscarlos, la policía ministerial, nos dijo que nos fuéramos a los militares porque estaba muy peligroso y ellos no iban a salir a buscarlos«.
«Ahí me di cuenta que no iba a obtener absolutamente nada. Y también me di cuenta de que la búsqueda era nuestra».
Pérez Rodríguez se había graduado en ciencias de la comunicación y también daba clases de inglés. Jamás había tenido contacto con todas las instituciones en las que buscó ayuda.
«Fue toda una lucha entender las instituciones, sus competencias, para saber quién tenía que hacer qué y empezar a empujar lo que tendrían que hacer».
«Íbamos cada tercer día a Ciudad Victoria, cuatro horas de ida y cuatro de vuelta, por la misma carretera en la que mis familiares desaparecieron».
«Seguimos destrozados pero entonces estábamos destrozados a flor de piel e íbamos a las autoridades casi suplicando».
Delincuentes locales
Graciela y su familia pidieron ayuda los militares «que estaban recién destacamentados en Ciudad Mante, estaban apenas instalándose, no tenían ni luz».
«Ellos estaban en las calles y fueron quienes nos dieron las primeras pistas.»
Los militares comunicaron a la familia que habían hallado un campamento en el que mantenían secuestradas a cinco personas, pero no eran los familiares de Pérez Rodríguez.
Uno de los delincuentes confesó el sitio de una fosa, con restos de más de 13 personas.
«De esa forma nos enfrentamos a lo que hacían esos delincuentes con las personas».
«Hay gente a la que han liberado pero a la gran mayoría la matan. Lo que hacen es desmantelar los autos, pintarlos, robar.»
«No tienen una estructura para un secuestro. Me dijeron que son delincuentes locales, yo no sabía que esas desapariciones en Tamaulipas eran recurrentes».
Ciencia ciudadana
Pérez Rodríguez llevaba dos años buscando a sus familiares cuando recibió una invitación de dos expertos mexicanos de la Universidad de Durham en Inglaterra.
El antropólogo Ernesto Schwartz Marín y la geógrafa Arely Cruz Santiago decidieron impulsar un proyecto involucrando a los familiares en la búsqueda de los restos de desaparecidos.
Los expertos reunieron a varias familias cuyos casos tenían visibilidad para hacerles la propuesta de que ellas mismas usaran técnicas forenses.
Pérez Rodríguez se convirtió así en miembro fundador de la organización Ciencia Forense Ciudadana, que creó el primer registro nacional ciudadano de desaparecidos en México y el primer biobanco ciudadano de muestras de ADN.
Sobres con isopos
«Uno de los instrumentos que usamos actualmente es un levantamiento o registro de personas desaparecidas. Hay un cuestionario muy sencillo en nuestra página www.cienciaforenseciudadana.org, si tienes un familiar desaparecido llenas el formulario y con eso puedes solicitar una toma de muestra».
Pérez Rodríguez se encarga de recoger muestras de familias en Tamaulipas.
«Usamos un kit que es un sobre con un isopo y tomas la muestra por dentro de la mejilla».
«Una vez que hacemos ese procedimiento enviamos grupos de 100 muestras al laboratorio de la Fundación de Antropología Forense en Guatemala, con el que trabajamos.
«Ellos hacen el análisis y nos regresen las muestras en una base de datos encriptada en la Universidad de Durham. También envían un certificado a nombre de cada persona que dio la muestra. Yo entrego los certificados en Tamaulipas».
Las muestras permitieron, por ejemplo, que una madre tuviera certeza de que los restos exhumados de una fosa eran los de su hija.
«Y recién entregué otro certificado a una señora del estado de Guerrero que me dijo: ‘qué bueno que tengo este papel, porque me quieren dar el cuerpo de alguien y yo no creo que sea mi familiar, pero ahora tiene que coincidir con esta muestra en la que yo confío'».
Nueva ley
Ciencia Forense Ciudadana ha realizado más de 900 registros de desaparecidos y certificado más de 500 muestras de ADN.
Los registros en el biobanco son apenas una pequeña fracción de una realidad de dimensiones espeluznantes.
Pérez Rodríguez señaló que sólo en Tamaulipas hay unos 7.000 expedientes en manos de la fiscalía especial de personas no localizadas. Y cada expediente, como en su caso, puede referirse a varias personas desaparecidas.
En noviembre, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto promulgó una nueva Ley General de Desaparición Forzada y Desaparición por Particulares.
La norma prevé penas de hasta 60 años de cárcel para los servidores públicos que incurran en este delito y de 50 años para los particulares que priven de libertad a alguien.
Pero familiares de desaparecidos pidieron que la ley no quede en el papel y se haga efectiva.
Más de 33.000 desaparecidos
De acuerdo con datos del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, actualmente hay más de 33.400 personas en México cuyo paradero es desconocido.
Pero el número es seguramente mucho mayor, según Pérez Rodríguez, porque muchas familias jamás llegan a denunciar las desapariciones.
«Hacemos volanteos en carreteras donde instalamos módulos. Publico en Facebook y digo ‘vamos a estar en tal cruce de carreteras, si quieren registrar a su familiar desaparecido y tomarse muestras'».
«Hay personas que se acercan cuando estamos en la carretera y nos dicen, ‘me acerco a ustedes porque sé que hablan mi mismo idioma, pero no quiero poner una denuncia porque sigo teniendo miedo'».
«Es impresionante la forma en que están intimidadas las familias, tienen mucho miedo porque al final de cuentas nosotros nos vamos de ahí y ellos se quedan».
Amenazas
Pérez Rodríguez recibió amenazas este año tras la detención de uno de los implicados en su caso en Ciudad Mante, el lugar donde perdió el rastro de su familia en agosto de 2012.
«Mi teléfono ha sido intervenido a través de whatsapp y tomaron fotos de mi casa».
Una de sus compañeras en la búsqueda de desaparecidos, Miriam Rodríguez, fue asesinada a balazos en mayo en la ciudad de San Fernando, en Tamaulipas, luego de hallar por sus propios medios los restos de su hija en una fosa común y lograr que encarcelaran a sus asesinos.
«No pienso dejarlos»
A pesar de los riesgos y amenazas, Pérez Rodríguez dijo que no desistirá en su búsqueda y que no pierde las esperanzas de encontrar a sus seres queridos.
«Nosotros los familiares que buscamos desaparecidos estamos en situación de arraigo en el lugar donde desaparecieron», señaló.
«Yo no me miro en ningún otro lugar más que ahí, buscándolos hasta encontrarlos porque no pienso dejarlos, ellos no merecen estar ahí, necesitan volver a casa y es lo único que podemos hacer como madres, regresarlos a nuestra casa».
«Quiero que quien lea este artículo sepa que seguiremos a pesar de todas las omisiones de las autoridades y con toda la indiferencia hacia nuestro dolor«.
Las autoridades «entregaron nuestras vidas y las de nuestros familiares a estos delincuentes permitidos, porque es imposible que alguien desaparezca de una carretera así y que nadie sepa», dijo Pérez Rodríguez a BBC Mundo.
«Le apuestan a que nos cansemos o quizás a que un día estemos muertos, pero muertos en vida ya estamos«.
«Lo único que necesitan saber es que si yo ya no estoy, otra madre seguirá y sé que los vamos a encontrar a como de lugar».
Fuente: http://www.bbc.com/mundo/noticias-42359474