«Solicitamos se den a conocer los expedientes y documentos de las misiones católicas realizadas por las hermanas Lauritas y los sacerdotes Capuchinos en territorios ancestrales y sagrados, pertenecientes al Resguardo Motilón Barí, documentos producidos por la Iglesia a mediados del siglo XX». Esa es, en términos puntuales, la principal petición que le acaban de hacer autoridades indígenas del pueblo Barí al papa Francisco, quien visitará por primera vez Colombia este miércoles 6 de septiembre. (Vea el especial multimedia El papa en Colombia)
En su petición, los Barí aseguran que las monjas envenenaron a un número indeterminado de indígenas Barú apoyadas por uno de los suyos, un indígena conocido como Atrobechimba. «Él les cargaba las maletas, en las cuales llevaban el veneno, con el cual murieron centenares de Barí (…) fueron las monjas, que les dieron algo de beber. Ellos murieron en los caminos y a las orillas de los ríos».
«El pueblo Barí sufrió un genocidio», señalan los Barí en su carta, enviada desde Tibú (Norte de Santander) al máximo jerarca de la iglesia Católica y radicada a través de la Nunciatura Apostólica en Colombia. «Hoy reclamamos la muerte de nuestros hermanos, al Papa y a la Iglesia, por lo que pedimos conocer los archivos, para sanar nuestros espíritus y territorios». Los indígenas no dieron más detalles en su denuncia.
La solicitud fue firmada por Antonio Asara, cacique de la comunidad Bridikayra; Fermín Aberdora, coordinador de víctimas de la comunidad Caxbaringcayra; Jose Luis Akogsara, cacique delegado de la comunidad Boysobi; Xiomara Cevera, coordinadora de comunicación y tecnología de la comunidad Isthoda; Abiraykaradou Dochimanu, líder de la comunidad Bridikayra; y por Babido Atacadara, coordinador de salud y traductor oficial.
El propósito de los Barí con esta petición es uno: «Para que así, nosotros como pueblo Barí, tengamos garantías para conocer la verdad de lo sucedido, sobre cientos de muertes de nuestros hermanos a causa de las misiones religiosas realizadas en nuestro territorio».
Fuente: El Espectador