
Al llegar a la capital de Risaralda los esperaba “El Paisa” quien les dio las últimas instrucciones del “secreto trabajo” que debían cumplir y les indicó que a la media noche un taxi pasaría al hotel a recogerlos. Efectivamente, poco antes de las doce llegó un taxi, se apresuraron a subir e iniciar el recorrido. Unos minutos después de salir de la ciudad, el vehículo se internó en un oscuro paraje donde fueron rápidamente interceptados por hombres vestidos con prendas del Ejército que los hicieron descender del automóvil y les dispararon. Era la madrugada del 8 de febrero de 2008 y José Didier logró escapar gracias a una falla en el arma que le apuntaba a la cabeza. Ahora es denunciante de los hechos y junto con su familia está protegido por la justicia por ser testigo clave en este caso de ejecuciones extrajudiciales que comprometen a varios efectivos del Ejército.

